La Vuelta al Mundo ( Zen y el Arte de Viajar )

 

La vuelta al mundo es el viaje más perfecto que existe. No hay duda de ello. Hay algo mágico detrás; es la sensación de abrazar la Tierra de un extremo al otro y de participar en su dinámica. Por otra parte, bien hay que esforzarse por realizar cosas bellas en la vida; es una ley. Y dar la vuelta al mundo es algo bellísimo.

Lo ideal es emplear un mínimo de un año en completarla, mas nadie que la realice, aunque solo sea en ochenta días, volverá a ser el mismo, ya que, en cierto modo, las vueltas al mundo son viajes iniciáticos, viajes de aprendizaje sobre uno mismo y de reconocimiento físico del planeta donde hemos nacido.

Parece más “natural” comenzar la vuelta al mundo hacia el Oriente, a la inversa del movimiento de rotación de la Tierra, aun cuando os asalte la grata impresión de que habéis “ganado” un día a mitad de vuestro periplo. Las razones son varias; una de ellas es la económica, por los mejores precios de los boletos de aviones que vuelan desde América a Europa, y de Asia a América, que al contrario. Otra es por la sensación de ir en busca del sol.

Sin embargo, es perfectamente factible (aunque más heterodoxo) dejarse llevar por la inercia del planeta y comenzar hacia el Oeste.

Si es cierto lo que afirmaba el escritor cubano José Martí (aunque lo plagió de otras culturas) de que para llegar a ser un hombre (o una mujer) completo (a) son necesarias tres condiciones, a saber:

1 – plantar un árbol

2 – escribir un libro

3 – tener un hijo

yo añadiría una cuarta:

4 – dar la vuelta al mundo

Plantar un árbol desarrolla tus sentimientos y, por añadidura, te lleva a amar la naturaleza, a ser tierno con los animales.

Escribir un libro desarrolla tu mente. No importa que no te lo publiquen, pero hay que escribirlo, o al menos abrir un blog de viajes en Internet con tus experiencias viajeras para ayudar a otros viajeros.

Tener un hijo es lo más maravilloso del mundo, tanto para el padre como para la madre. Además, desarrolla tu vida sexual y tu esencia, cumpliendo con los designios de la Madre Naturaleza.

Dar la vuelta al mundo, viajando conscientemente, desarrolla todos tus sentidos al unísono, los sentimientos, la mente, tu cuerpo físico, tu vida sexual (se generan numerosas ocasiones íntimas con seres del sexo opuesto cuando se viaja) y favorece la eclosión del alma.

De hecho, hay tres condiciones más, hasta siete, para devenir un hombre completo, que se pueden resumir así:

5 – Educación para el viaje: adquirir conocimientos de Humanidades y aprender, o al menos chapurrear, las seis lenguas oficiales de trabajo de las Naciones Unidas (Árabe, Chino, Español, Francés, Inglés Ruso). Ello ayuda a desarrollar la mente y a integrarse mejor con las gentes de los países que se cruzarán si se adopta el Camino del Viajero. Lo ideal para formarse como persona siguiendo el Camino del Viajero son diez años de viajes, si es posible conociendo todos los países de las Naciones Unidas. Es como una carrera universitaria, la carrera de la vida práctica. Nadie te dará diplomas, más bien al contrario, al viajero se le ve hoy como un ser improductivo, casi como un delincuente. Por ello la siguiente condición, la número seis, es muy importante cumplirla.

6 – Dar al César lo que es del César: no hay que ser un parásito de la sociedad. Hay que dignificar la actividad y la palabra “viajero” pues mucha gente la identifica con vagabundo, y hay quien te toma por un fuera de la ley, sin embargo un viajero consumado adquiere más conocimientos que un catedrático de universidad. Mucha culpa de ello la tienen los viajantes, o esos falsos viajeros que venden en sus páginas güebs pócimas crecepelo, ofrecen camas en hoteles, seguros de viaje, billetes de avión, etc., y que se arrogan el derecho a declararse “viajeros” sin serlo ni por asomo. Hay que viajar con el sudor de tu frente, y entre viaje y viaje acumular tiempo cotizado en la Seguridad Social para, al menos, alcanzar el mínimo necesario para percibir una pensión contributiva, mínima pero digna, sin ser parásito de la sociedad ni del gobierno de tu país cuando seas anciano y estés para el arrastre.

7 – Dar a Dios lo que es de Dios: tenemos que eclosionar, es el propósito de nuestra existencia, somos semillas; al menos hay que intentarlo, aunque no tengamos éxito, pero hay que intentarlo sin tregua. Es el objetivo final de toda vida humana, para ello existe el hombre, pues nuestro planeta Tierra es una fábrica de almas, aunque la mayoría de las personas no lo comprenda. Gentes sabias en los monasterios pueden ayudarte en este cometido; tendrás que libar conocimiento, como la abeja liba el néctar de las flores, tú tienes 193 flores (países de la ONU) para aprender de todos ellos. No es necesario creer en Dios ni ser de ninguna religión, únicamente hay que tratar de comprender el propósito de la existencia, y las condiciones para esa comprensión te las aporta el Camino del Viajero cuando te encuentras on the road.

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Un mapa con una vuelta al mundo señalada con flechitas es como un carné de identidad. Se puede hasta adivinar el carácter del viajero por ella. Deberíais enmarcar el mapa de vuestra primera vuelta al mundo. Será como un “diploma” de viajero que siempre os reconfortará.

A lo largo de estas líneas intento brindar mi experiencia sobre todo lo que considero necesario para emprender la vuelta al mundo, pues no en vano he realizado siete de ellas; la más larga me tomó 1.001 días y la séptima 80 días, invirtiendo en total en esas siete vueltas al mundo un total de 6 años netos de mi vida. La información que facilito es muy subjetiva, y hasta discutible, información que a mí me ha ido bien, pero tal vez a otros no. Sugiero que la toméis con pinzas. No es para todos; cada persona tiene su manera de viajar, pues viajar, como vivir, es un arte, y viajando imprimes tu carácter propio. Tomad con cautela lo que os parezca adecuado e ignorad sin piedad lo que consideréis improcedente.

A modo de introducción he preparado siete sugerencias de vueltas al mundo para tres categorías de viajeros. Las dos primeras son para el “primerizo candoroso” que es tierno y asustadizo, y no tiene apenas experiencia de viajes; las dos siguientes son para el “circunspecto moderado” que ya ha realizado viajes a lo largo de algún continente y se desenvuelve con cierta soltura y recato pero aún es un poco pánfilo; la quinta y la sexta son para el “osado contumaz”, el eterno amante de la aventura y de descubrir caminos poco trillados. Finalmente, la séptima es para el viajero que pretenda dar la vuelta al mundo por tierra y por mar, sin tomar aviones. Los itinerarios están basados a partir de Europa, concretamente desde España.

Estas sugerencias de vueltas al mundo se pueden usar como las navajas suizas, acoplando partes de una y de otra a vuestra conveniencia, o bien ir progresando y pasar de una categoría de “pan y mantequilla” a otra más temeraria. No tengáis miedo. Cuando estéis “on the road” percibiréis que, a medida que viajáis, puertas inesperadas se abrirán en el momento oportuno que os ayudarán en vuestro propósito.

PRIMERIZO CANDOROSO (variante a):

 

 Si comenzáis desde Sudamérica debéis alcanzar Europa, ya sea Londres, París, Madrid, etc.

Desde España existen barcos muy económicos a Italia (recordad que es aconsejable evitar el avión lo máximo posible, excepto para cruzar océanos si no conseguís barcos cargueros), como los trayectos Barcelona – Civitavecchia, o Valencia – Salerno, y desde Italia seguid vía marítima a Grecia (Ancona – Igoumenitsa, y Bari o Brindisi a Patras), y más allá se alcanza Turquía en barcos, desde Pireo a la Isla de Samos, y finalmente otro trayecto corto a Kusadasi (El viaje en tren o autobús Atenas – Estambul es un tormento; tratad de evitarlo).

De Kusadasi podéis llegar al Caravanserai de Estambul. Allí, parada y fonda, gestiones, visados, compra de abrigo si se avecina el invierno, visita de la Capadocia, etc., y dos variantes para alcanzar Irán: la directa (hay autobuses Estambul – Teherán), o vía Georgia y Armenia.

Tras visitar Ispahán, Persépolis, y otros lugares remarcables en Irán, entraréis en el sur de Pakistán, donde os aconsejo abandonar cuanto antes Karachi para concentrar vuestro tiempo en la asombrosa Cachemira Pakistaní.

Una vez en la India, sin daros cuenta, comprobaréis que habéis realizado la Ruta de los Hippies de los años 70, un logro que apreciaréis mejor cuando regreséis a casa.

En la India visitad lo más característico, incluido Nepal, y, a ser posible, Ladakh. Desde el Caravanserai de Kolkata proseguid a la fascinante Myanmar y eventualmente a Bangkok.

Visitas radiales desde Bangkok incluyen el trío de países Laos, Camboya y Vietnam. Luego volad a Australia con escala en Yakarta para conocer algunas islas de Indonesia (en Jakarta id a la calle Jalan Jaksa, centro de mochileros).

En Sydney, otro Caravanserai, realizad las gestiones diversas, id al barbero si os ha crecido mucho el pelo, regalad el abrigo a un menesteroso si llegáis en verano, y volad a Nueva Zelanda y varias islas de Oceanía. Continuad a Estados Unidos, camino de Miami deteneros en el Gran Cañón del Colorado y en Nueva Orleans. Vuelo a Europa o a vuestro país en Iberoamérica.

PRIMERIZO CANDOROSO (variante b):

 

Esta vuelta al mundo también es muy sencilla, de pan y mantequilla. Desde, por ejemplo, España, voláis a Moscú (mirad los billetes aéreos por Internet con compañías low cost o bien los vuelos charters que operan desde Abril a Octubre).

Para el visado ruso hay diferentes organismos que os los gestionan. Conseguid por email una invitación de un albergue de juventud en San Petersburgo (Sindbad), o Moscú (hotel Asia), por unos 30 euros, más una noche de alojamiento por otros 30 euros, y con ello ya podréis conseguir el visado en algún Consulado Ruso de España u otra ciudad europea. Tras dormir la primera noche en los respectivos hostales, os registrarán en las Oficinas de Visados (requisito indispensable en Rusia) y ya seréis libres de viajar por el país. El resto de las ciudades son mucho más baratas que Moscú y San Petersburgo.

Comprad un billete “platskartni” en el tren, el más barato pero aceptable. Paradas interesantes son: Kazan, Yekaterinburg, Novosibirsk (allí hay un centro de estudiosos de español, en la Biblioteca de la Calle Lenin, cuyos miembros os mimarán), Irkutsk con el lago Baikal, Ulan Ude, y entrad en Mongolia. Tras visitar ese país durante unos días, llegad a Pekín (Beijing), buen Caravanserai donde reponeros del tute de los trenes.

Camino a Hong Kong id visitando por el camino los hermosos lugares de China, sin olvidaros de la bellísima Guilín. En Hong Kong, otro Caravanserai. Comprad a buen precio los vuelos a Manila y Guam, más el airpass con la Continental Airlines a Honolulu vía las interesantísimas y delicadas islas de la Micronesia, sin dejaros Yap y Pohnpei por nada del mundo, más el diminuto país de Palau. En Honolulu, otro Caravanserai, podéis trabajar de obrero si ya os habéis quedado a cero. Vuelo a Los Ángeles, y regreso a Europa o Iberoamérica visitando por el camino lugares atractivos de Estados Unidos.

CIRCUNSPECTO MODERADO (variante a):

 

Esta es una vuelta al mundo muy original y sin ningún riesgo, que aconsejo a los que ya han viajado por Sudamérica y los Estados Unidos.

Comienza comprando un billete barato de avión a Colombia o a Venezuela (no perderse en este país el espectacular Salto Ángel, excursión que sale baratísima, sobre 200 euros a partir de Ciudad Bolívar, incluyendo avioneta y dos noches de alojamiento en pensión completa). Desde Isla Margarita hay servicio marítimo a la isla de Trinidad, donde podréis adquirir billetes de avión económicos (mirad las ofertas de LIAT) a Puerto Rico escalando en islas encantadoras de Barlovento y Sotavento. Mi preferida es ¡¡¡Dominica!!! Otras también seductoras son Granada (que como los ingleses no saben pronunciar muy bien el español acabaron escribiendo Grenada), Santa Lucía, Saint Barthélemy y St. Thomas.

Una vez en Puerto Rico volad a Miami, primer Caravanserai en esta vuelta al mundo para organizar la continuación de vuestro viaje. Con autobuses de Greyhound podréis alcanzar la bella Montreal, y luego admirar las Cataratas del Niágara, si aún no las conocéis, y proseguir hacia Vancouver y su isla, sea en autostop (fácil), o en trenes, deteniéndote en lugares fantásticos, como el Lago Louise, en Alberta.

De vuelta a los Estados Unidos, hay que llegar a la espectacular San Francisco y comprar allí los vuelos, primero a Honolulu (otro Caravanserai), y algunas islas de la Polinesia y Melanesia interesantes, como Samoa, Tonga, Niue, Salomón, etc. (En Fiji tenéis otro Caravanserai para organizar estos vuelos por islas), luego proseguid a Nueva Zelanda. Volad después a Australia (aseguraros de comprar de antemano un billete de salida de este país) para viajar a Ayer’s Rock y, vía Perth, volad a la isla de Christmas, un verdadero paraíso a descubrir (mejor que la vecina Cocos). Tomad un vuelo a Bali, y de allí continuad hasta las hospitalarias Bangkok y Kolkata (dos útiles Caravanserais), visitando por los alrededores las joyas que podáis: Angkor Wat, Luang Prabang, Halong Bay, etc.

Una vez en India no os perdáis lo clásico, Varanasi, los Backwaters de Kerala, viajad en alguno de los tres trenes de juguete de la India, visitad al menos Jaisalmer y Udaipur en Rajasthan, etc. Y abandonad la India por Nepal y Nepal por el Tibet. En Lhasa comprad el billete del sobrecogedor trayecto en tren a Beijing y bajad a visitar Emei Shan y el subyugante Buda de Leshan (vía la grata Chengdu), tomad el tren a Hong Kong (otro Caravanserai). Vuelo a Taipei, barcos de Keelung a Okinawa y de allí a Yokohama, visado de Rusia en Tokyo, tren a Wakkanai, en Hokkaido, y barco regular a Korsakov, en la Isla de Sajalín, vuelo a Vladivostok e inicio del tren Transiberiano con las escalas típicas, es decir, el Lago Baikal, Novosibirsk, Yekaterinburg, etc. De Moscú proseguid a la bella ciudad de San Petersburgo, un museo a cielo abierto, después tren a Helsinki, barco desde Turku a Estocolmo, luego Dinamarca, etc. hasta España.

 CIRCUNSPECTO MODERADO (variante b):

 

Esta vuelta al mundo es muy completa, tocando los cinco continentes. Se inicia entrando en Ucrania por tierra para escalar en la bella Lvov, la capital de la antigua Galitzia, y luego en la majestuosa Kiev.

Dos alternativas surgen ahora. O bien se entra en Rusia deteniéndose en ciudades sumamente interesantes, como Kazán, Volgogrado y Yekaterinburg, para entrar en Kazajstán. Una vez en Almaty tomad el tren directo a Urumchi, en el Xinjiang Uygur chino, y de inmediato proseguid a la milenaria Turpan para alcanzar en autobús la fascinante Kashgar y asistir a su bullicioso mercado semanal de camellos.

O bien se baja a Odessa para tomar el barco a Trabzon, la antigua Trebisonda, y continuar hasta el puerto de Bakú vía Georgia. Se cruza el Mar Caspio en barco hasta Turkmenbashi (la antigua Krasdnovosk) y se continúa en trenes a lo largo de la Ruta de la Seda con altos en ciudades milenarias, tales como Merv, Bukhara y Samarcanda. Desde Kyrgyzstan (sin dejar de admirar el lago Issyk Kul y de visitar el antiguo caravanserai de Tash Rabat) se penetra en China a través del Paso Turogar para disfrutar de la atmósfera de Kashgar.

Una vez en Kashgar, de nuevo surgen dos alternativas. Una es continuar en camiones hasta Lhasa con parada en el sagrado Monte Kailash.

La otra es cruzar el Paso Khunjerab hasta Pakistán y de allí saltar a la India, continuar hasta Nepal y por fin Lhasa.

Desde Lhasa se toma el tren a Beijing y luego se continúa con trenes hasta Vietnam hasta arribar a Bangkok.

En Bangkok la mitad de la vuelta al mundo ya está concluida. En esa agradable ciudad se compran los billetes de avión hasta Estados Unidos con escalas en islas de Oceanía.

Se prosigue hasta Indonesia y por barcos se llega a la Isla de Nueva Guinea para entrar en Papúa Nueva-Guinea por tierra (hay Consulado de Papúa nueva Guinea en Jayapura). Tras Vanimo se alcanza Wewak, se navega por el Río Sepik y se visitan las tribus locales de las Tierra Altas, como los Dani, para luego, desde Port Moresby, volar a Australia, a continuación Nueva Zelanda y, vía Nueva Caledonia, Fiji y Tahití, arribar a los Estados Unidos para subir a Alaska. Otra opción, más excitante y temeraria es navegar desde Lae (se alcanza desde Madang en bus) a la Isla de Nueva Bretaña, y luego a Bougainville, la isla rebelde (ver primero a la Policía para obtener un pase a las Islas Salomón). Desde Bougainville se viaja en bote a las Islas Salomón. De hecho, se pueden alcanzar fácilmente las Islas Salomón por tierra y mar desde España, sin coger un avión.

Tras visitar lugares interesantes de los Estados Unidos se entra en México y se recorre toda Centroamérica. Como cruzar la jungla del Darién a pie y en canoas no es para todo el mundo, mejor alcanzar Panamá  por barcos vía las islas de San Blas y no dejarse la inigualable Cartagena de Indias, atravesar toda Sudamérica hasta Tierra de Fuego (no os dejéis la maravillosa travesía en barco Puerto Montt – Puerto Natales), y luego se remonta el continente hasta Brasil sin olvidarse de contemplar las Cataratas del Iguazú. Una vez en Río de Janeiro o Recife se vuela a Dakar, en Senegal, para continuar a España por tierra vía Mauritania, Sahara Occidental y Marruecos. En Ceuta tomad un ferry a Algeciras.

 OSADO CONTUMAZ (variante a):

 

Esta vuelta al mundo es para valientes. De entrada el viajero se sumerge en África mediante el barco de Alicante a Orán. De Argelia se cruza a Túnez, país simpático e inofensivo, y luego a Libia (recordad que, en general, los visados para Libia sólo se emiten en el país de residencia de la persona, por lo tanto, si sois sudamericanos gestionadlo de antemano en vuestros países de origen. Además, os harán traducir al árabe las primeras páginas del pasaporte. Los españoles tendrán que tramitarlo a través de una agencia de viajes, que os declarará como componentes de un grupo, aunque luego viajéis de manera individual).

En caso de conflicto entre las fronteras de Argelia con Túnez, se puede tomar el barco Valencia – Palermo, en Sicilia, y de allí otro barco a Túnez.

Libia os sorprenderá, las gentes son de lo más hospitalarias (como los sudaneses). Mediante taxis compartidos, baratísimos, alcanzaréis Egipto, y vía Alejandría entraréis en Cairo (intentad acercaros al oasis de Siwah).

Ahora comienza la Transafricana en vertical, hasta Ciudad del Cabo, un viaje mítico. No toméis un crucero por el Nilo, donde os intentarán “colocar” cartuchos de plata, papiros, perfumes, alfombras voladoras, lámparas de Aladino… etc. Preferid la felucca desde Luxor a Aswan, un viaje memorable, mucho más económico y más entrañable.

En caso de persistir la imposibilidad de cruzar a Sudán (por las guerras y otros cánceres de la sociedad), volad a Addis Ababa para iniciar el descenso al Cabo de Buena Esperanza, sin dejaros las joyas del camino, como Lalibela, las fuentes del Nilo Azul, algunas islas suahili como Lamu o Zanzibar, las Cataratas Victoria, etc. En Zambia y Zimabue hay que ver las cataratas Victoria. Luego se prosigue a Sudáfrica.

Ciudad del Cabo es Caravanserai, con albergues buenos, bonitos y baratos. Volad a Sudamérica, adonde os salga mejor de precio el boleto de avión, Rio de Janeiro o Buenos Aires, para dar comienzo a vuestra odisea por Sudamérica, donde no os tenéis que perder los “platos fuertes”, como las Cataratas del Iguazú, travesía por el Amazonas de Belem a Manaus (compraros una hamaca), Salto Ángel, Cartagena de Indias, el Sendero del Inca, el Salar de Uyuni, Perito Moreno…En Ushuaia mirad la posibilidad de un viaje “dumping” a la Antártida en lista de espera. A veces funciona. Yo pagué 2300 US Dollars (un tercio del precio oficial), por una travesía de lujo de diez días, durmiendo en un enorme camarote individual con dos ojos de buey al exterior.

Desde Santiago de Chile comprad a buen precio los boletos a Pascua – Papeete – Islas Cook – Fiji – Auckland, y luego volad a Australia para, vía Ayer’s Rock, abandonar el país por Darwin para entrar en Indonesia.

En Asia realizad la Ruta de los Hippies (otro viaje mítico) al revés hasta Estambul, y de allí continuad por tierra hasta España.

 OSADO CONTUMAZ (variante b):

 

Esta vuelta al mundo es de “película”, solo para audaces que aman los lugares poco explorados. Si la materializáis, deberíais buscar un editor para publicar un libro. Comienza con la Transahariana desde Ghardaia a Bidon V y cruce a Mali hasta Gao, o bien con una variante vía Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania y Senegal en caso de su imposibilidad por circunstancias geopolíticas en la frontera entre Argelia y Malí en el momento de su ejecución.

En Gao tomad el barco por el Río Niger hasta Mopti con la parada obligada en Korioumé para alcanzar, a apenas una docena de kilómetros, la mítica Timbuktú (yo tuve que caminar y luego hacer autostop).

Timbuktú y el País Dogón son dos “platos fuertes” que se han de realizar en Malí antes de acometer la parte más aventurera, que es proseguir hasta Chad a través del Sahel, en camionetas y, una vez en Chad, en camellos hasta, al menos, Liwa, donde encontraréis camiones hasta Ndjamena (en caso de no encontrar camellos en la frontera entre Niger y Chad, descended entonces por Nigeria.

El hecho es que debéis arribar a Kinshasa, en la República Democrática del Congo, atravesando Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón y Congo.

En Kinshasa buscad barcos hasta Kisangani (en mis tiempos, cuando el país se llamaba Zaire, no encontré ninguno directo, solo se podía hacer a tramos, vía Mbandaka, lo cual es igualmente emocionante por la posibilidad de conocer más profundamente los poblados de escala).

Una vez llegado a Kisangani a través del Río Congo (contad cerca de un mes para ello), tal vez la situación belicosa justifique tomar un avión a Uganda o a Tanzania, adonde lo encontréis, para proseguir el viaje mediante un vuelo a Dubai, por ejemplo, o bien a Yemen y proseguir por tierra, vía Omán, hasta los Emiratos Árabes Unidos.

Desde Dubai hay numerosos vuelos baratos a Shiraz en agencias de viaje regentadas por indios y pakistaníes. Debe haber servicio marítimo a Bandar Abbas, pero yo no lo averigüé cuando estuve allí.

Subid a la frontera con Turkmenistán, sin dejaros las visitas a la espléndida Isfahán, Persépolis, Bam, y a la sagrada Mashhad (Teherán es un desengaño y os aconsejo ignorarla). Luego proseguid por la Ruta de la Seda hasta el Paso de Turogar para acceder, desde Kashgar, al Tibet en camiones. Atravesad Nepal y penetrad en la India para realizar el trekking de Zanskar, que recordaréis toda la vida. Luego visitad lo más característico de la India y continuad hasta Bangkok, donde podréis disfrutar de un merecido descanso antes de continuar el viaje hasta volar a Perth, tomar el tren hasta Melbourne con paradas interesantes del camino, y a continuación viajad por las exóticas islas del Pacífico hasta que aterricéis en Los Ángeles.

Una vez en los Estados Unidos tratad de conocer al menos el Gran Cañón del Colorado, el Parque Yellowstone (el del Oso Yogi), más algunas ciudades encantadoras, como Taos en Nuevo México, luego cruzad el Río Grande y disfrutad de la belleza de México, con su picante comida, sus cervezas Coronita y sus mariachis. Proseguid hasta Panamá, sin que se os escapen por el camino los sitios arqueológicos de Palenque, Tikal y Copán, la Isla del Maíz, y descansad unos días en Panajachel recreándoos con las memorias del extraordinario viaje que estáis realizando mientras saboreáis un coco, con un buen chorro de tequila dentro, a las orillas del Lago Atitlán.

Ya os queda poco. Desde Panamá volad a Miami y, atravesando la Costa Atlántica de los Estados Unidos, arribad mediante un autobús de Greyhound la a ciudad de Nueva York, por ejemplo, o mejor Boston, para volar a Europa con la Icelandair, que os permite una escala en Reykiavik. De allí comprad un billete de avión de ida y vuelta a Groenlandia.

Desde Seydisfjordur coged el barco de la Smyril Line a Bergen (si ya es invierno tendréis que volar) con escala en las Islas Feroe, luego continuad hasta Finlandia en autobuses y un barco, para navegar desde Helsinki a Tallin, en Estonia, y regresar a España atravesando Europa Central.

 LA VUELTA AL MUNDO POR TIERRA Y POR MAR

 

Según mi experiencia, una vuelta al mundo “perfecta” ha de cumplir los tres siguientes requisitos:

 - 1: haber durado un mínimo de 1 año de viaje constante

- 2: financiarse el viaje con el trabajo propio, sin ayuda exterior

- 3: viajar por los cinco continentes

 Mas si a ello se añade una cuarta condición:

- 4: no tomar aviones

 Entonces se convierte en excelsa. Una vuelta al mundo así es la que produce más satisfacción y constituye un bautismo para trascender la categoría de turista y devenir un Viajero.

En teoría no tiene ninguna complicación viajar a lo Phileas Fogg. En París, sin ir más lejos, existen al menos dos agencias especializadas en vender pasajes de barco cruzando los océanos, e incluso ofrecen una vuelta al mundo en un carguero que, zarpando de Le Havre, surca los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, a través de los canales de Panamá y Suez. Esa vuelta al mundo dura unos cuatro meses y su precio suele oscilar entre los 60 y 100 euros por día de travesía.

Pero ¡ojo! De las dos agencias de París que ofrecen viajes en barcos, hay que ir únicamente a la que tiene una empleada de Uruguay, pues en la otra tratarán de abusar de vuestra inexperiencia vendiéndoos los seguros más caros, o extras imaginarios innecesarios (yo casi metí la pata y compré en esta segunda agencia el trayecto de Reunión a las islas de la Antártida Francesa, y a punto estuvieron de timarme. Sobre todo no hay que enviarles ningún adelanto de dinero hasta que no se vea todo claro, para así evitar “sorpresas”).

Aunque viajando en barco uno experimenta una sensación inefable de libertad, considero que lo mejor de la vuelta al mundo es el contacto con las gentes de los lugares que cruzaréis, cosa que se consigue mejor abordando trenes y autobuses locales, rellenos de nativos. Por ello, yo limitaría los viajes en barco a las travesías de los océanos Atlántico y Pacífico (el Índico no es indispensable).

Una vuelta al mundo sin utilizar aviones, muy fácil, consiste en viajar a Moscú en trenes o autobuses, escalando en lugares interesantes por el camino. En la estación de Yaroslavl se adquiere una litera en el tren Transmongoliano. Una vez en China y tras recorrer los lugares más fascinantes de este país, se compra en Hong Kong un billete en barco a cualquier puerto de Estados Unidos, con escala al menos en Hawaii. En Montreal, Nueva York o Miami se puede uno embarcar hacia algún puerto marroquí, por ejemplo, y de Ceuta cruzar el estrecho de Gibraltar y entrar en España, ya en Europa.

También hay una conocida agencia alemana que cada año ofrece una vuelta al mundo en un crucero, desde Hamburgo, que es muy barata. Yo la utilicé una vez y les compré un tramo para acceder a Pitcairn, pero no la aconsejo para recorrer el mundo entero, pues las escalas en los puertos son muy breves, de apenas un día.

La vuelta al mundo que yo sugiero es más enriquecedora y aventurera: desde algún puerto de España hay que embarcarse hacia las Islas Canarias (yo tomé en Cádiz un ferry de la compañía Transmediterránea con destino a la Isla de La Palma). Procurad coincidir con el período de los vientos alisios. Allí siempre encontraréis veleros que aceptan pasajeros que, vía Cabo Verde, os depositarán en alguna isla de las Antillas Menores, de donde deberéis alcanzar el continente americano mediante algún crucero barato a Miami o al Yucatán mexicano. En San Francisco podréis embarcaros hacia Australia, o bien Singapur, escalando en algunas islas de Oceanía. Una vez en Asia os será fácil continuar por tierra hasta Jordania para cruzar a Egipto, ya en África. En caso de que no os concedan en El Cairo el visado libio (generalmente solo lo emiten en el país de origen del solicitante) para proseguir por tierra por el norte de África hasta Marruecos, subid entonces a Alejandría, donde os podréis embarcar a El Pireo o a Venecia.

Pero la variante que propongo es muy original: desde Singapur alcanzad la India vía Thailandia, Laos, China, el tren a Lhasa, y Nepal. Tomad un barco de servicio regular desde Mumbay a Mombasa, en Kenya. Subid en camiones a Etiopía, y en Addis Ababa coged el tren a Djibuti y a continuación un barco a Yemen. En Sanaa, junto a la Embajada de Arabia, contactad un yemenita (muy famoso, cualquier nativo os indicará quien es; se llama Al-Sha) que emite visados de tránsito por Arabia Saudita, hasta Jordania, por unos pocos rials. En Amman tenéis dos opciones, o bien el ferry desde Aqaba a Nuweiba, en el Sinaí, y luego el barco regular de Alejandría a El Pireo, o bien proseguid vía Siria a Turquía y entrad en Europa.

A tener en cuenta que hay una página web, en francés, de capitanes de veleros que ofrecen pasaje por una cantidad simbólica, o compartiendo gastos (es fácil de localizar en Google). Uno se puede incorporar a esos veleros en las Islas Canarias, en Cabo Verde, en las Antillas Menores, en Papeete, Fiji, Seychelles, y hasta en los atolones cercanos a Diego García, en las Chagos, donde los soldados británicos os traerán el desayuno.

Un inconveniente a tener en cuenta al viajar en barco es que Emigración de Australia, o de Estados Unidos, por ejemplo, os exigirá un billete de avión de salida del país. En esos casos comprad de antemano un billete de línea regular que luego os puedan rembolsar, o bien hacer una fotocopia de un billete por internet, pero sin apretar la tecla de compra.

¡Buenos vientos!

 CARAVANSERAIS

De vez en cuando, en el transcurrir de vuestra vuelta al mundo, os será menester hacer altos en el camino, escalas de “parada y fonda” para asimilar vuestro incipiente cúmulo de vivencias, realizar gestiones varias, como ir al banco, tramitar visados para países que cruzaréis, escribir a vuestros familiares, lavar la ropa sucia, cortaros el pelo en una barbería, en fin, para hacer “des commissions”, que dicen los franceses.

Alrededor del mundo existen lugares apropiados para detenerse unos días, lugares llamados Caravanserais, refugios donde, en el pasado, los comerciantes de la Ruta de la Seda se detenían para descansar de su fatigoso viaje, y donde intercambiaban información sobre el precio de sus mercancías, la peligrosidad de los caminos, la situación de los oasis, la salud de los camellos, etc.

He seleccionado unos veinte Caravanserais, todos ellos estratégicamente repartidos por el globo, muy prácticos, y, además, bellos, donde os será grato reponeros de energías durante unos días. Ellos son los siguientes:

EUROPA

- Lisboa/Madrid. Es un tándem de ciudades muy placenteras y útiles para los hispano/luso parlantes. Desde Lisboa se obtienen fácilmente visados y vuelos asequibles a países africanos de la Lusofonía (Angola, Mozambique, Guinea Bissau, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe), mientras que Madrid es la puerta al Suroeste de Europa, más barata que otras capitales europeas y donde podréis conseguir trabajos, visados, y viajes en tren o en barco a precios moderados al resto de Europa o al Norte de África. Los días de espera los podréis emplear en visitar lugares deslumbrantes de la Península Ibérica, como las bellas ciudades de Oporto, Toledo y Sevilla, o realizar a pie el peregrinaje a Santiago de Compostela.

 - Londres/París. En Londres se pueden adquirir los billetes de vuelta al mundo (Round The World) al mejor precio de Europa. Sin embargo, la ciudad es cara, por lo que es aconsejable no detenerse demasiado en ella. París alberga Embajadas que no se encuentran en Madrid, por lo que es conveniente para solicitar visados a países “raros”. Ambas son ciudades que no pueden faltar en una vuelta al mundo, sobre todo para los sudamericanos que no las conocen; ambas ofrecen la posibilidad de encontrar trabajos ocasionales.

- Estambul. Es la entrada a Asia (o a Europa si se está realizando la vuelta al mundo hacia Occidente). Ofrece muchas actividades lúdicas al viajero mientras gestiona sus visados para los países asiáticos vecinos, tales como Irán o Siria. Los albergues de mochileros están ubicados en la zona de Sultanahmet, en Akbiyik Caddesi, calle donde encontraréis cafeterías, supermercados abiertos por la noche, y en su vecindad el famoso Café Mesale, centro de viajeros, donde van a cenar, a escuchar música folclórica turca en vivo, presenciar danzas de los derviches mevlevi, o simplemente a tomar un té. Estambul es un buen lugar para proveerse de ropa barata.

- Moscú. Los albergues en esta ciudad no son caros (a partir de 10 euros por una habitación individual con baño compartido y el desayuno incluido), también uno puede alojarse con los nativos en casas particulares que ofrecen mujeres mayores en las estaciones de los trenes.

 ASIA

- Kolkata. La calle donde alojarse es Sudder Street. Allí, gracias a las legiones de voluntarios españoles que van a ayudar a la Fundación de la Madre Teresa, podréis desenvolveros en español en los hoteles y cafeterías. En esa calle se pueden encontrar habitaciones en hostales modestos por el equivalente a 3 dólares americanos. Kolkata (la antigua Calcuta) es conveniente para adquirir ropa nueva, para viajar a las Islas Andamán y Nicobar en barco, acceder a la vecina Bangladesh, o volar a buenos precios a Myanmar y, a continuación, Bangkok. También se puede conseguir el visado a la semi-impenetrable Bhután.

No os deprimáis por lo que consideraréis “miseria”. Sí, es cierto, mucha gente apenas come, hay muchos pedigüeños que viven en las calles y se lavan con agua de las alcantarillas, pero si observáis más allá, veréis que sus vidas son auténticas y que el occidental posee demasiado. Ello os hará pensar y amar más la ciudad y la condición humana. Tal vez la visita a Kolkata os ayudará a ser más comedidos y a valorar más las cosas simples.

- Kathmandu. Es la capital más agradable de Asia, del mismo modo que Quito lo es de América del Sur. Los visados a la India y a China se obtienen con facilidad, así como vuelos a precios abordables a Bhután, la vida es barata, la comida es sabrosa, las gentes son gentiles… es un gozo escalar en ella y tomarla como base para excursiones radiales, u organizar desde ella algún trekking al Himalaya. Localizad un alojamiento barato en la zona de Thamel (si es posible y encontráis una oferta (en Diciembre del 2014 pagué 8 dólares americanos por un cuarto en el primer piso), alojaros en el Katmandú Guesthouse, con una atmósfera entrañable, y centro de aventureros y montañeros del Everest).

 - Bangkok. En muchas ciudades de Asia se encuentran calles de “mochileros” donde se ofrece alojamiento a precios muy ventajosos, cafeterías de comida barata, Internet, agencias de viajes que te gestionan los visados a países vecinos por cuatro rupias, tiendas de venta de ropa a precio de ganga, etc. En Bangkok hay que dirigirse a Khao San Road. Allí encontrareis todo lo mencionado además de excursiones por Thailandia, tales como el mercado flotante, trekkings en elefante a partir de Chiang Mai, islas paradisíacas, etc.

 - Hong Kong. En esta ciudad hay que dirigirse a Chung King Mansión, en Nathan Road, edificio donde encontraréis dormitorios para mochileros, generalmente regentados por indios (de la India, claro). Aunque Hong Kong pertenece a China, se puede entrar sin visado. El visado para el resto de China se obtiene automáticamente. No os perdáis visitar en ferry la vecina Macau.

 - Beijing (Pekín). La capital de China ofrece alojamiento en dormitorios a precio “mochilero” en algunos hoteles céntricos (el Peking International Youth Hostel, a 5 minutos a pie de la Plaza Tiananmen, está muy bien). Es, además, un buen centro para gestionar vuestro visado a Rusia, comprar el billete del Transiberiano, o Transmongoliano aprovechando para conocer Mongolia, el pasaje en tren para Lhasa, etc. También desde Beijing, en la Embajada de Corea del Norte, se consiguen visados para entrar en ese país que, como en Bhután, no te permiten viajar individualmente y se han de contratar los servicios de alojamiento y guía turístico. La calle peatonal e histórica Nanluoguxiang es probablemente el mejor lugar para alojarse en alguno de sus hostales y para hallar restaurantes, tiendas, etc. Es una zona muy popular con los mochileros.

 ÁFRICA

- Cairo. Es una ciudad muy hospitalaria y en absoluto peligrosa. En los alrededores de la céntrica Talaat Harb están los hostales para mochileros a buen precio. No os perdáis una cena en el restaurante Felfela. Cairo es útil para obtener visados a Sudán y otros países árabes previa presentación de una carta de vuestro Consulado confirmando que sois “buenos ciudadanos” (aunque para visados de países africanos Addis Ababa es aun mejor).

En las vueltas al mundo se suele obviar África, lo cual es una pena. Escalando en Cairo podréis continuar hacia el Sur de ese continente, o bien acceder a Jordania por barco y a Israel por tierra.

 - Nairobi. Es un centro viajero por excelencia. Allí podréis llegar desde la India o desde Europa. Con base en Nairobi podréis visitar Parques Nacionales, escalar el Kilimanjaro, descansar en islas de cultura Swahili tan encantadoras como Lamu (en Kenya), o Zanzíbar (en Tanzania), o continuar por tierra hasta Ciudad del Cabo.

En el “downtown” encontraréis multitud de alojamientos a precios moderados llenos de otros viajeros como tú.

 - Ciudad del Cabo. Es una ciudad alegre, sobre todo la zona del Waterfront, con músicos callejeros y comida a precios abordables. La ruta clásica por tierra Ciudad del Cabo – Cairo (o a la inversa), ha quedado interrumpida debido a los conflictos actuales en Sudán, pero se puede realizar la variante corta Nairobi – Ciudad del Cabo o viceversa.

Desde Ciudad del Cabo podréis abandonar el continente africano para volar a Australia, a Argentina, o a Europa, tomar barcos a islas tan exóticas y remotas como Tristán da Cunha o Santa Helena, o visitar los vecinos países de Namibia, Botswana, Mozambique o Zimbabwe (además de los diminutos Lesotho y Swazilandia). Un albergue magnífico, barato y con empleados amables y colaboradores, donde siempre que paso por Cape Town me alojo, es el Backpack and Africa Travel Centre Hostel.

 AMÉRICA

- Miami. Probablemente es el Caravanserai más adecuado para un hispano o luso parlante en América del Norte, y la ciudad es más “manejable” que Nueva York. Es el punto de origen para conocer las islas del Caribe, para saltar el “charco” y volar a Europa, o para conocer ese gigante de país que es Estados Unidos. Existen albergues de juventud en Miami Beach y un Salvation Army de pago, a precios moderados. En la costa pacífica, San Francisco y San Diego son también dos buenas opciones para detenerse unos días antes de emprender la visita de las islas de Oceanía. San Diego es más barato y el albergue de Ocean Beach es estupendo y muy económico. San Diego es también la puerta de entrada a México, por Tijuana y la Baja California, hasta La Paz, desde donde existen barcos a Mazatlan o Los Mochis.

- Cartagena de Indias. Es la ciudad colonial más bella y maravillosa de toda Iberoamérica. Da gozo esperar en ella por vuestro barco a Panamá con escala en las Islas de San Blas, o dirigirse en autobús a Turbo para iniciar el cruce de la Jungla del Darién (se puede hacer fácilmente por lanchas atravesando el archipiélago de San Blas), o simplemente para disfrutar unos días de su atmósfera y comida exótica y barata antes de proseguir vuestro periplo por Sudamérica. Mientras realizais el “reposo del guerrero”, es buena idea comprar un vuelo barato de ida y vuelta a las islas paradisíacas de San Andrés y Providencia.

 - Buenos Aires. Es un Caravanserai muy conveniente en América del Sur y punto de entrada para explorar los países circundantes. Se puede utilizar como base para acceder a la Antártida a precios “dumping”, aprovechando cancelaciones de última hora. Para ello hay que estar en contacto con alguna agencia de viajes especializada y estar dispuesto a volar en cualquier momento a Ushuaia para abordar el barco.

 - Santiago (Chile). Ciudad grata y con buenos vinos, apta para acceder a islas míticas como la de Pascua o la de Robinson Crusoe, o bien para volar a la Antártida en aviones desde Punta Arenas. La compañía aérea Lan Chile, en combinación con Air New Zealand, ofrece vuelos para cruzar el Océano Pacífico, desde Santiago hasta Auckland vía Pascua, Papeete, Islas Cook y Fiji, muy convenientes para comenzar una vuelta al mundo de Oriente a Occidente.

- Panajachel. Al igual que Baños y Cartagena de Indias, Panajachel es una ciudad de ensueño a orillas del bellísimo Lago Atitlán, apta para reponer energías tras un largo viaje por América, antes de proseguir hacia Panamá, o México. (Lugares similares, de gran embrujo, en Asia son : Dali en China, Manali en Himachal Pradesh, o el sultanato de Khiva en Uzbekistán).

 OCEANÍA

 - Sydney será probablemente vuestro primer Caravanserai en Oceanía. Es una ciudad moderna, muy agradable, que ofrece, desde visados a Nueva Zelanda, Indonesia y otros países adonde los necesiteis, a trabajos recogiendo frutas en Queensland. El edificio Spanish House, en Liverpool Street, es un centro de reunión de emigrantes hispanos donde podréis hacer amistades, obtener información sobre Australia, y hasta conseguir un trabajo (a mí me aceptaron como ayudante de cocinero varios años atrás, y posteriormente, un miembro gallego, me ofreció un empleo en Bondi Beach).

Una vez en Sydney sería imperdonable abandonar Australia sin conocer Tasmania, Ayer’s Rock, la bella Melbourne, la Barrera de Coral, o aprovechar para volar a buen precio a Papua Nueva-Guinea.

 - Fiji. Es una escala inevitable en Oceanía, nada cara. Personalmente prefiero la bulliciosa Suva a Nadi. En Fiji podréis adquirir air-passes para visitar a buen precio las islas vecinas tales como Samoa, Vanuatu, Tonga, las Salomón, etc.

- Papeete. Es otra escala clásica al cruzar el Pacífico, de las más bellas, pero ¡ay! la más cara. En Papeete, como en general en toda la Polinesia Francesa, tendréis que apretaros el cinturón al máximo, y hasta abrir con un punzón agujeros nuevos en él para que no se os caigan los pantalones de lo que adelgazaréis. Comprar un triste bocadillo de mortadela, conectarte 10 minutos al Internet, o alojarte en el lugar más espartano que encuentres, te saldrá a precios de lujo. Practicad la acampada libre en las playas, y si debéis esperar varios días vuestro vuelo a Santiago de Chile vía la Isla de Pascua, o a Los Ángeles, es mejor quedarse en la vecina y hermosa Moorea.

 - Honolulu. Es una escala clave en el Pacífico y muy útil si os proponéis cruzar las relativamente ignotas islas de la Micronesia. En caso de apuros económicos el viajero se puede alojar gratuitamente en el IHS (Institute for Humane Services) y hasta conseguir algún trabajo, tipo corta céspedes, pagado a unos 50 dólares por día.

 GUÍAS

Generalmente, cuando una guía es publicada, ya es obsoleta, pues han pasado más de dos años desde que el autor ha visitado los lugares descritos (si es que los ha pisado, pues muchas “guías” son escritas por “viajeros” que no han viajado más allá de su pueblo natal y han plagiado otras “guías” existentes en el mercado). Las guías son ya cadáveres desde el momento que se publican. Esas llamadas “guías” robotizan a los turistas, los aborregan, y los lugares que se recomiendan en ellas se saturan de turistas con su guía en el brazo, como si fuera la Biblia, y los dueños de esos lugares, hostales o restaurantes, que son muy granujas, aumentan los precios al ver el éxito.

Otros inconvenientes de las guías son el peso en vuestra bolsa, más el importe de ellas. Es mejor consultar Internet, a otros viajeros “on the road” (el boca a boca es la mejor guía), a los nativos (las guías te mantienen alejado de las gentes locales), o a las Oficinas de Turismo del lugar visitado.

UNESCO

Muchos de los patrimonios mundiales sugeridos por UNESCO (no todos) son muy interesantes y merecen ser visitados.

Cada año recibo de la Organización UNESCO en París, este excelente mapa desplegable con los Patrimonios Mundiales señalados y una explicación. Antes era gratis pero ahora cobran 2.50 euros, lo cual sigue siendo un regalo. Es muy aconsejable adquirirlo.

 

 BOLSA

Que la bolsa de viaje os sirva de asiento, de almohada, y de sombrero cuando apriete mucho el calor. Lo ideal es que una bolsa no supere los 3 kilos de peso de contenido.

He visto turistas cargados con sus mochilas que a los pocos metros de caminar ya están con la lengua fuera, reventados, sudando copiosamente. Sus enormes mochilones los embuten con perchas, bolsas de agua caliente para los pies, planchas para la ropa, encajes de bolillos, modelitos, ratoneras, paraguas, fiambreras, cantimploras, varios tipos de calzado, pijamas, juegos de cama, almohadas, periscopios…

Lo imprescindible es portar una muda de ropa, es decir, además del pantalón puesto, el de “batalla”, otro más, el de los domingos (útil para pasar fronteras conflictivas o para solicitar visados a países exigentes), una libreta, un par de camisas (de colores “sufridos”, que camuflan mejor las manchas de última hora), un par de camisetas tipo del Caco Bonifacio, ropa interior de quita y pon para lavar cada noche, un jersey, una toalla, un saco de dormir de los más comprimidos que encontréis, más los útiles de aseo.

Recordad que hay ocasiones en las que el viajero ha de saber disfrazarse de manera astuta para aparentar ser un adulto responsable.

A veces es conveniente comprar varias camisetas baratas, o prendas interiores, en un Caravanserai, tipo “todo a veinte duros”, e irlas tirando a medida que se ensucian o destrozan.

Si pasáis de un país cálido a otro frío, comprad un abrigo barato en algún Caravanserai, o, a la inversa, si pasáis de un país frío a otro cálido, regalad el abrigo a un vagabundo callejero (deberían inventar un anorak que se convierta en saco de dormir, y viceversa).

Calzad unos mocasines o botines “todo terreno”, que os sirvan tanto para el calor como para el frío, y adaptaros a todas las condiciones meteorológicas.

Viajando con una bolsa pequeña, de esas que regalan en los supermercados al comprar un lote de escobas, o varios paquetes de detergente, ahorrareis en consignas, en taxis y en quebraderos de cabeza. La bolsa con 3 kilos de peso se lleva a todas partes y no se factura al viajar en avión. A veces estáis de tránsito por unas horas en una ciudad y podéis visitarla a pie con la bolsita. De portar un supermochilón, la primera preocupación es buscar la consigna para guardarlo, el taxi…, entráis en un supermercado con él y, al giraros ¡pum! rompéis frascos de mermelada de las estanterías, derramáis el vino de las garrafas, derribáis latas de macarrones… Por otro lado, al abordar un autobús hay que facturar la mochila, colocarla en la baca a la intemperie y vigilar que no te la roben en las paradas, mientras que la pequeña bolsa se carga siempre con uno, es como una prolongación del viajero, y sirve para descansar la cabeza en ella apoyada sobre la ventana del autobús y echar una siesta. Sed vosotros los que portéis la bolsa, y no al revés.

En los viajes, como en la vida, hay que buscar la simplicidad.

Yo viajo con una bolsa pequeña. Me la regalaron en un supermercado de Andorra al comprar un lote de productos consistente en 2 kilos de azúcar, un paquete de café colombiano, más un queso de bola holandés (el típico del Sombrero de Copa).

Junto al lote había tres regalos: una radio de bolsillo, un paraguas plegable y la bolsa. Yo elegí la bolsa.

Mi saco de dormir es comprimido, no pesa más de 200 gramos, al lado tengo dos calzoncillos de colores y dos pares de calcetines, luego una toalla y un neceser, dos camisetas del Caco Bonifacio (verano e invierno), el pantalón de los domingos, de color oscuro para que no se noten las manchas de huevo frito, por ejemplo, más una camisa de pata de gallo. La corbata de madera me la coloco para solicitar visados en los Consulados y para pasar las fronteras. Un anorak, o chubasquero, que no pesa ni 100 gramos, con capuchón para protegerme de la lluvia. Me costó 1.000 pesetas en el barrio de mi pueblo, Hospitalet, donde vivo, en las postrimerías del siglo XX, y aún me sirve. Cargo siempre un par de libretas para mis anotaciones de viaje, más en la sexta vuelta al mundo compré un libro de Álvar Núñez Cabeza de Vaca (Naufragios) pues le seguí la pista (con éxito) en el estado mexicano de Sinaloa. Por último llevo una riñonera con el pasaporte español y el dinero que haya podido ahorrar trabajando de friega-platos en la cocina de algún hotel de la Costa Brava, España. En total, la bolsa llena no llega a los 3 kilos de peso.

DINERO

No seáis “agarrados” con los pedigüeños que se acercarán a solicitaros limosnas. No se puede dar dinero a todos, pero sí distribuir alguna rupia a los más desesperados. Pensad que vosotros habéis podido viajar a sus países, pero ellos jamás podrán visitar el vuestro. Vosotros recibís mucho de vuestras vivencias en el país visitado, así pues qué menos que repartir algunas monedas entre los más indigentes. Es una ley de reciprocidad. Si no entregas nada no te aprovecharán los conocimientos que tú crees que estás adquiriendo en tu viaje; es como robar. Tú obtienes algo y deberías agradecerlo pagando por ello, aunque sea con sonrisas y buenos deseos, pero si es ayudando a gente menesterosa, aun mejor, pues la Naturaleza no da nada gratis. Se reconoce al buen viajero en que es generoso con los pobres de los países que visita.

Asimismo, sed generosos con los vendedores pobres. He visto a turistas españoles, desahogados económicamente, que han regateado porfiadamente con vendedoras ancianas por algo de fruta, o por algún pequeño souvenir, y al conseguir una rebaja se han sentido viajeros más “expertos” que el que ha abonado el primer precio. Considerad primero los ropajes y las condiciones del vendedor.

Otra cosa es mercadear “a muerte”en bazares o en zocos orientales, donde los vendedores granujas piden por sus mercaderías un primer precio exagerado a los extranjeros, y mediante zalamerías, como invitándote a un té, o dándote palmaditas en la espalda, te rebajan en algo el precio y acaban “desplumándote”. Con ellos sí que hay que ser receloso, visitar otros comercios donde vendan los mismos artículos, comparar precios, y aun así te timarán, pero menos.

Si tu presupuesto es corto, procura beneficiarte de los descuentos en billetes de avión, trenes, autobuses y gratuidades en museos haciéndote pasar por estudiante, hasta que consigas beneficiarte de esos descuentos y gratuidades haciéndote pasar por jubilado.

DORMIR

Como los viajeros que acometen la vuelta al mundo no suelen ser ricos, y a nadie le gusta despilfarrar, los lugares más idóneos para pasar la noche son los albergues de juventud, los típicos Youth Hostels, donde en general os dejarán preparar vuestra comida en la cocina. En algunos de ellos os pedirán el carné de socio para haceros descuento. No necesitáis ser joven para alojaros en ellos. Si sois una pareja, o tres amigos, mirad también los hotelitos baratos de 1 estrella, donde una habitación doble o triple suele estar a precios abordables.

En esos albergues os encontraréis con más viajeros, como vosotros, y son buenos lugares para conocer a personas afines con quienes (¿quién sabe?) tal vez surjan intereses más allá de la amistad…!

Dormir en aeropuertos es lo más sensato si se aterriza por la noche en una ciudad considerada peligrosa, y para no gastar en taxis. En algunos aeropuertos suele haber sofás mullidos donde tumbarse, y donde no, hay que acostarse sobre el suelo, dentro del saco de dormir. También hay hoteles, incluso en el mismo aeropuerto, pero en general son caros.

Un truco para ahorrar dinero es viajar de noche, en barcos, trenes o autobuses. Así, de paso que economizáis, ganáis tiempo. El inconveniente es que uno se pierde la visión del paisaje. Por Centroamérica es aconsejable comprarse una hamaca para poder colgarla entre dos árboles y dormir gratis à la belle étoile (en Mérida, Yucatán, son baratas).

Para los muy ahorradores o con problemas económicos, sabed que los Templos Bahais, Gurdwaras Sikhs y el Ejército de Salvación (Salvation Army), entre muchos otros organismos similares, suelen ofrecer alojamiento gratuito a los viajeros en apuros.

Dormir en monasterios también suele ser gratis, pero son lugares serios, escuelas para aprender a vivir correctamente, donde permanecer una temporada. (Si alguien siente sincera inquietud por ingresar en alguno de ellos, desde Zen en el Japón, a un tekke sufí en las afueras de Bukhara o en valles ocultos del Pamir, o desea experimentar la vida de un anacoreta en una cueva a los pies del Monte Kailas junto a un sadhu hindú, o convivir con monjes griegos ortodoxos llenos de sabiduría, me puede escribir a mi e-mail exponiéndome sus motivaciones. Siempre respondo. Siempre trato de ayudar de acuerdo al nivel de interés de la persona).

COMER

La vuelta al mundo te ayudará a ser comedido con los alimentos. Comer poco es lo natural. La vorágine del mismo viaje impedirá que comas en exceso. En un trayecto largo de tren o autobús, la excitación de lo que vas descubriendo te alimentará y muchas veces ni te acordarás de comer. Entonces comprobarás que el ser occidental come demasiado. Hallarás tu equilibrio en el viaje.

El viajero ha de adaptarse a las costumbres locales, por ello no aconsejo pedir un bistec con patatas fritas en el extranjero.

Como la gastronomía es parte de la cultura viajera, hay que tratar de probar todas las especialidades locales, desde las hormigas de Bucaramanga (Colombia) cubiertas de chocolate, a los roussettes (zorro volador o murciélago vegetariano) de Nueva Caledonia, desde el taro de Tonga y Samoa a los grillos de Thailandia. Probar las pupusas de El Salvador, el injera de harina de teff de Etiopía, el balut (huevo con el feto del pato) de Filipinas, el escorpión encebollado con arroz en Vietnam y, si os lo podéis permitir (yo no pude), el fugu de Japón, son experiencias gastronómicas inolvidables. En Israel hay que probar la comida kosher.

En vuestros viajes tendréis la oportunidad de comer osos hormigueros, carne de camello, testículos de toro, el cuy peruano, o caviar en Rusia por un pequeño puñado de rublos. (En el restaurante Carnivore, en las afueras de Nairobi, podrás comer carne de animales de la selva, desde jirafas, búfalos y cebras, a avestruces y cocodrilos).

Yo sólo me arrepiento de haber probado una vez el perro, ese fiel animal amigo del hombre, por haber sido prácticamente obligado a degustarlo por unos soldados filipinos en un control marítimo, para congraciarme con ellos y evitar así que me impidieran viajar por el archipiélago de Sulú. Pero posteriormente, en Corea de Norte, me negué a volverlo a probar.

Comer en los mercadillos, además de ser barato, es una manera de integrarse con los nativos. Hay que comer con palillos en los diferentes países del Extremo Oriente asiático donde tienen esa costumbre, con la mano en la India, y a aprender a preparar el mate en Argentina.

IDIOMAS

En el mundo existen actualmente de 6000 a 7000 idiomas (según algunas fuentes esta cifra asciende a 30.000, incluyendo los dialectos). Todos son muy dignos, pues son obra de la Humanidad. Sin embargo, para los propósitos viajeros, apenas un puñado de ellos es necesario, pues el saber sí que ocupa lugar, en la mente, y su aprendizaje consume valioso tiempo, por lo que hay que ser selectivo en lo que se estudia y descartar de entrada las lenguas minoritarias. Un viajero, o quien pretenda serlo, tiene la responsabilidad moral de tratar de aprender lo mejor posible los seis idiomas oficiales de trabajo utilizados por las Naciones Unidas, y los más prácticos para el viajero. Estos, por orden de importancia para el viajero luso/hispano, son:

 - ESPAÑOL. El idioma Español ha recibido 11 Premios Nobel de Literatura. Tenemos el gran privilegio de hablarlo en los países hispanos, tanto en España como en América, en Guinea Ecuatorial, y norte de Marruecos, en más de 25 países y territorios de los cinco continentes, y en la República Saharaui todo el mundo también habla el Español como segunda lengua, tras el árabe. Somos más de 550 millones de hispano parlantes (y más de otros 1000 millones que la estudian), y si a ello sumamos el Portugués, lengua hermana, pues todos los brasileños y los portugueses comprenden el Español, añadimos 250 millones más, aunque sea chapurreando un “portuñol”. Otras lenguas hermanas del Español son el Chamorro de la Micronesia, el Tagalo y otras lenguas de Filipinas, el Papiamento del Caribe, o el Ladino de los hebreos sefardíes, entre varias más. No hay viajero que se precie como tal que no hable el Español fluidamente.

Tras el Chino, el Español es la segunda lengua materna más hablada en el mundo. El Inglés es la tercera, el Hindi es la cuarta y el Portugués es la quinta. Dentro de unas décadas el Español se convertirá en la primera lengua internacional.

- INGLÉS. Es actualmente la lengua internacional por excelencia. En todos los países del mundo encontraréis a alguien que la hable. Es, además muy sencilla de aprender.

Os habréis dado cuenta de que es más fácil comprender a un indio (de la India, claro) hablando un Inglés sui géneris, que, por ejemplo, a un inglés de Oxford o a un americano de Oklahoma.

No tengáis temor de pronunciarlo mal y lanzaros a su práctica sin complejos cuando viajéis. En algunas tiendas asiáticas he visto el siguiente letrero: “We speak broken English fluently”.

 - FRANCÉS. Es muy útil en África, además del Quebec, Europa Occidental, y en varias islas de Oceanía. Para nosotros es muy fácil de aprender por su semejanza con el Español y el Portugués. Por otra parte, a los franceses no les hace mucha gracia hablar en Inglés.

 - RUSO. A pesar de que es una lengua que ha perdido importancia tras la descomposición de la Unión Soviética, con ella seréis capaces de comunicaros con más de 300 millones de personas, a saber: las quince repúblicas que componían la vieja URSS, más Bulgaria (el búlgaro y el ruso son lenguas tan parecidas como el italiano y el español), en los demás países eslavos, y en Mongolia (todos los mongoles mayores dominan el Ruso).

Como el Inglés no está muy generalizado entre los rusos, os será necesario aprender al menos algunas frases de Ruso si cruzáis Siberia en trenes.

 - CHINO. El Chino Mandarín (el dialecto de Beijing, o Pekín), además de ser la lengua más hablada del mundo es una filosofía, es arte, es ciencia, es belleza… El Chino es más que una lengua, y su aprendizaje, con la delicadeza de su caligrafía, te puede llevar una vida entera. Aunque nunca se viaje a China, estudiar el Chino es un gran placer y llenará tu vida anímica y lúdicamente.

Hay chinos por todo el mundo, aunque el idioma chino más hablado fuera de China es el Cantonés, que se escribe igual que el Mandarín (la escritura china es similar en todos los dialectos).

En cierta ocasión, en la Isla de Borneo, unos chinos me ayudaron a cruzar un río en su canoa merced a mantener con ellos una pequeña y desenfadada conversación en Chino Mandarín, tras la cual constataron que era un viajero, mientras que a otros extranjeros europeos no les ayudaron, ni siquiera por dinero, pues la gente sencilla siente más que piensa, y notaron que esos europeos no se integraban en los países que recorrían (en muchos países asiáticos y africanos el turista es considerado un ser inmoral), y debieron dar un gran rodeo de casi una hora, hasta encontrar un puente, para alcanzar las cabañas donde dormían. Si volviera a nacer volvería a ser viajero, y mi sueño sería que mis padres fueran los mismos, pero nacidos en China, para aprender el chino mandarín como lengua materna, me compraría una flauta Ney y recorrería el mundo a lo Xuanzang.

 - ÁRABE. Como sea que en todos los países árabes se habla una segunda lengua, generalmente el Inglés o el Francés, ello hace que el Árabe sea el idioma menos imprescindible de las seis lenguas oficiales de las Naciones Unidas. Sin embargo, aprender unas frases de Árabe es de gran utilidad y os abrirá puertas, incluso en países no árabes pero de población musulmana. Tanto en el Español como en el Portugués hay unas 4000 palabras de origen Árabe, lo que nos facilita su aprendizaje.

Si decidís aprender la lengua árabe, o bien estudiad el Árabe clásico, o elegid el habla de Egipto, que la conoce todo árabe debido a las películas egipcias, que son muy populares en todos los países árabes, desde Marruecos a Irak.

 Un buen viajero es capaz de desenvolverse con soltura en las seis lenguas oficiales de las Naciones Unidas. Os aconsejo estudiarlas en el transcurso de vuestros viajes comprando algún manual, pues siempre hay que esperar muchas horas en los aeropuertos, estaciones de trenes, durante las travesías marítimas, etc., y así de paso empleáis provechosamente vuestro tiempo y haréis más amistades locales que gustosamente os ayudarán en la pronunciación y a ampliar vuestro vocabulario. Otras lenguas también útiles para el viajero son el Alemán, sobre todo para Europa Central (aunque en Alemania toda persona culta domina el Ingles), el Turco, que con diversas variaciones es hablado por 150 millones de personas, desde Turquía al Norte de Siberia pasando por los países de Asia Central. El Bahasa indonesio lo hablan más de 200 millones de seres y se asemeja al Malayo y al Filipino, y el Suahili lo hablan más de 100 millones.

 VISADOS

Consultad siempre con otros viajeros y con la gente local, pues las regulaciones para emitir visados suele cambiar constantemente. Tendréis experiencias infames si consultáis las nefastas “guías”. Recientemente he estado en lugares prohibidos de Armenia (Octubre del 2007), donde todas te aconsejan obtener el visado con antelación, a no ser que se vuele, pues se concede en el aeropuerto de Yerevan. Sin embargo, en la frontera con Georgia o de Irán se consigue en el acto, sin fotografías, y a mitad de precio que en los Consulados o en el aeropuerto de Yerevan. Lo mismo me ha sucedido con la República Centroafricana y con varios otros países. Sucede que en algunos Consulados de los países pobres en dinero no reciben la paga a tiempo, y aunque en ese país se pueda conseguir el visado en el aeropuerto, tratarán de que lo compres allí, pues necesitan dinero para los gastos de mantenimiento del Consulado. Un ejemplo: en el Consulado del Yemen en Roma, en Noviembre del 2007, casi me forzaron a comprar por 60 euros el visado allí mismo, pidiéndome varias fotos y avisándome que tendría que esperar 4 días para que me lo emitiesen, cuando en el mismo aeropuerto de Sanaa te lo conceden en el acto, sin fotos, y por solo 20 euros!

Hay organismos comerciales en Europa que te gestionan los visados, cobrando por ello, naturalmente, y bien cobrado. Hay que evitarlos todo lo posible.

Demasiados embaucadores se han infiltrado ya en el mundo de los viajeros. Hay que huir de ellos como de la peste para mantener el mundo de los viajes limpio de parásitos.

 PELIGROS

Si tenéis temor y sois aprensivos, consultad sobre enfermedades tropicales y vacunas antes de emprender un largo viaje, especialmente si atravesáis África.

Personalmente, la única vez que tomé píldoras contra el paludismo (en Costa de Marfil) ¡lo contraje!

En caso de siniestros, robos, desaparición del pasaporte, hospitalización, encarcelamiento, palizas, etc., siempre podréis acudir a la Embajada o Consulado de vuestro país. Allí os ayudarán a contactar por teléfono a vuestros familiares, reponeros un pasaporte perdido o caducado y, hasta, en casos de extrema desgracia, repatriaros o socorreros con una pequeña ayuda económica que deberéis devolver al regreso a vuestro país (aunque no contéis demasiado con ello).

TRANSPORTE

- Avión. En general, salvo cruzar océanos, es aconsejable evitar el avión, pues uno se pierde lo que hay entre el origen y el destino. La excepción son los vuelos escénicos, como el Katmandú – Lhasa o algunos vuelos internos en el norte de Pakistán, por las vistas espectaculares que ofrecen del Himalaya. Viajar mucho en avión es como “hacer trampas”. Los billetes de vueltas al mundo, válidos por un año, no suelen ser tan económicos como parecen. Yo nunca los recomiendo. Además, te coartan tu viaje pues en el ínterin pueden sucederte acontecimientos que te hagan cambiar el plan original (como conocer a alguien “encantador” con el que deseéis seguir el viaje, enterarse de un festival único en una determinada parte del mundo que no os podéis perder, un trabajo inesperado, deseos de permanecer más de un año viajando, etc.).

Una vez que lleguéis a Bangkok (o a Hong Kong) ya tendréis la mitad de vuestra vuelta al mundo “en el bolsillo”. En esas ciudades podréis comprar los vuelos hasta Estados Unidos (o Chile) vía Indonesia, Australia e islas del Pacífico a precios muy competitivos. Recordad que debéis adquirir un vuelo fuera de Estados Unidos, un Miami – Londres de línea regular, por ejemplo, pues os lo exigirán a la entrada de ese país. Y si luego no lo utilizáis, podéis recuperar su importe. Ojo con las agencias de viaje !!! Muchas os cobrarán una comisión extra al comprar vuestro billete de avión, como hacen en Canadá o los Estados Unidos, entre muchos otros países. En esos países es mejor dirigirse directamente a la compañía aérea en los aeropuertos.

 - Tren. Es un medio de locomoción muy agradable, y menos cansado que el autobús. Uno se puede levantar, pasear y estirar las piernas, y se observa el paisaje a ambos lados. Hay trayectos en trenes míticos, como el Transiberiano, o el de Choum a Niadibú en Mauritania, que no os deberíais de perder en vuestra vuelta al mundo.

 - Autobús. Suele ser el medio de transporte más económico y popular. Hay países donde se pueden comprar pases que te dan derecho a descender en algunas ciudades y proseguir el viaje días más tarde.

- Barco. Es la manera más romántica de viajar. Produce una sensación inefable entrar en un país vía marítima. En países como Grecia, Japón o Indonesia, hay que dar preferencia a este medio de transporte. Si deseas cruzar el Océano Atlántico en velero, te has de dirigir al Puerto Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria, donde Pedro Pérez (conocido por Pedro Texaco) te ayudará a contactar a algún capitán de velero que precise acompañantes para cruzar el “charco”.

 - Camión. Es un medio de locomoción allí donde no existen autobuses. La camaradería con los demás pasajeros suele ser muy entrañable. En general, solo el buen viajero viaja en camión.

 - A pie. Es la manera más antigua de viajar, y la más auténtica. Es la preferida por el peregrino, una de las categorías más elevadas de viajero.

- Taxis. Evitadlos a toda costa, salvo en algunas contadas ocasiones cuando cuatro viajeros puedan compartir su importe a un precio ventajoso para acceder a un lugar donde no exista transporte público. Desde todos los aeropuertos del mundo existen autobuses a las ciudades más cercanas. A veces hay que caminar unos cuantos centenares de metros hasta su parada, pero vale la pena para evitar pagar un taxi.

 - Autostop (o carona). Viajar en autostop es una filosofía; uno no depende de horarios de autobuses o trenes, y te ofrece una libertad infinita. Tras caminar, viajar en autostop es el sistema de transporte más humano que existe. Uno se comunica con los naturales que te recogen y se producen lazos de amistad y hasta afectivos con ellos; se intercambia información, y uno paga con la compañía, explicando cómo se vive en tu país, o sobre tu vida de viajero. El autostop fue mi primer amor a los 18 años, y cada vez que puedo lo practico (como en el verano del 2008, donde recorrí más de 3.000 kilómetros en varios estados de USA, y en Labrador y Terranova, Canadá, con un gran éxito, y los conductores que me recogían me invitaban a frutas, a bocadillos, y a dormir). Por otra parte, es un modo de viajar, no solo económico, sino muy conveniente para entablar amistades con gente local y practicar/aprender idiomas. Hay países donde funciona excelentemente, como Japón, USA, Canadá, Australia, Nueva Zelanda o Inglaterra. En otros países no es aceptado por los locales y los conductores os pedirán dinero por embarcaros. Hay técnicas que se aprenden con la práctica, como hacer cola donde haya muchos autostopistas, pedir autostop en las gasolineras, mirar a los ojos a los conductores, dejar un margen donde puedan detenerse los coches, etc. Eso sí, nunca desciendas del coche a comprar tabaco o bebidas al conductor dejando tu mochila a bordo, pues a veces ¡desaparecen con ella! (Yo siempre memorizo las matrículas de los coches cuando me paran, por si acaso).

El autostop fue mi primer amor. A los 18 años lo practiqué por primera vez alrededor de Europa occidental. Y todavía hoy sigo haciéndolo, por ejemplo en el año 2015 en Papúa Nueva Guinea, aunque lo comparto con el tren. Esta foto la tomé en el año 2008, cuando me regalaron una cámara de fotos. Antes viajaba de oídas, sin cámara, por lo que carezco de fotos de mis primeros viajes. El conductor del camión de la foto me llevó desde Quebec hasta Labrador City (Canadá). Hicimos mucha amistad por el camino y como era católico me dio unas monedas para que comprara un cirio y lo colocara en la catedral de Labrador City pidiendo a Dios salud para su familia, cosa que, naturalmente hice, y, además, compré con mi dinero un cirio extra para la salud de mi familia.

TRABAJOS

Aunque no tengáis una profesión bien remunerada, siempre podréis encontrar un trabajo ocasional a lo largo de vuestra vuelta al mundo si sois perseverantes.

Podéis desempeñaros de profesor de español en Japón, Taiwán y Hong Kong (a veces precisan nativos hispano parlantes para simplemente conversar, y no os exigirán ningún título académico como profesor), fregar platos en los restaurantes de Estados Unidos, Canadá o Europa Occidental, recoger frutas en Francia, en Australia o Nueva Zelanda, hacer de modelo en ciudades asiáticas donde un europeo o sudamericano se considere un ser exótico (no hay que ser un Rodolfo Valentino o una Nicole Kidman para ello; con frecuencia buscan extras para films con aspecto occidental, no importando el físico), más un largo etcétera.

No busquéis empleo en países pobres en dinero como Bangladesh, Malawi o Albania, sino elegid los ricos en dinero como Japón, Estados Unidos, Australia o los de Europa Occidental.

El sudamericano que sueña con dar una vuelta al mundo y no ha reunido suficiente dinero para ello, haría bien en volar primero a Europa y buscar allí un trabajo cualquiera, como fregar platos en algún restaurante de Londres o Madrid, o recogiendo uvas en la vendimia francesa. Con el dinero ganado en Europa puede alcanzar, por ejemplo, Japón, Taiwán o Australia, donde volver a trabajar para concluir su circunvalación. Trabajando sobre la marcha es una manera muy auténtica de viajar, pues se llega a conocer mejor los países y a sus gentes.

 

VIAJEROS

El turista veranea, el viajante se desplaza. El viajero viaja.

Otra diferencia entre un turista, un viajante y un viajero es que el turista veranea con un billete de ida y vuelta y busca ocio y placer, algo muy recomendable. El viajante se desplaza al estilo de la señorita Pepis, busca beneficio económico y va allá adonde le ordenan las empresas comerciales, o ayuntamientos que los contratan por dinero para promocionar un país o una ciudad, o una empresa de seguros, cadena hotelera, firmas de pócimas crecepelo, etc. Y el viajero parte de viaje con un billete de ida, viaja a lo Marco Polo y auto-financiándose su viaje, no sabe cuando volverá y busca conocimiento.

Algunos objetivos a los que aspira el viajero, son:

- Aprender (aunque sea “defendiéndose”) las seis lenguas oficiales de las Naciones Unidas y más habladas por la Humanidad, que son el Árabe, Chino, Español, Francés, Inglés y Ruso.

- Trabajar con el sudor de tu frente, ser autosuficiente, sin depender de nadie, sin aceptar viajes gratis (a cambio de propaganda en tu güeb o de escribir alabando el lugar adonde te mandan), ganando a pulso el dinero para costear tus propios viajes, sin vender a través de tus páginas güeb pócimas crecepelo, encajes de bolillos o ratoneras.

Hoy en día, según mi criterio, existen las siguientes categorías principales de personas que veranean, se desplazan y viajan. Por sus objetivos los conoceréis:

1 – VIAJANTES. Los viajantes se desplazan para poder vivir de ello; son aficionados que han encontrado en el mundo de los viajes su modus vivendi; viven de los turistas, son parásitos de ellos. Sus actividades son lícitas, por supuesto, pero algunos (prácticamente todos) presumen de ser “viajeros”, sin serlo ni por asomo y sin querer pagar el precio para ello. No les perdono que desvirtúen la palabra “viajero” utilizándola ellos, siendo como son simples aficionados, y además pésimos; deberían hacerse llamar “vividores de los desplazamientos”, o incluso “profesionales de los desplazamientos”, lo cual no es peyorativo y hasta son necesarios; si los viajantes actuales no existieran habría otros substituyéndolos, siempre habrá viajantes, es inevitable. Los viajantes son expertos en conseguir patrocinadores que les financien sus viajes, que suelen ser muy simples, de pan y mantequilla, tipo Señorita Pepis (pero luego hablan maravillas de ellos para pagar a sus patrocinadores por las gratuidades y estipendios), o bien abren una página web ,o blog, o una cuenta Instagram relatando sus desplazamientos, llena de propaganda comercial y donde ofrecen a los turistas, de los que dependen, billetes de avión, cámaras fotográficas, seguros, consejerías de viajes, habitaciones de hoteles, ropa deportiva tipo “Sargento Carioca”, ratoneras, encajes de bolillos, supositorios recuperables, pócimas crecepelo, etc.

Hay periodistas o corresponsales, algunos muy buenos en su profesión, que se autodenominan “viajeros” porque para realizar sus trabajos se han de desplazar al extranjero. Se ve que les gusta la palabra “viajero” y creen que les da prestigio. Sin embargo son ceros a la izquierda, de viajeros no tienen nada, en todo caso son viajantes. Escriben libros sobre algún país, o un río, y el contenido es periodístico, es decir, con 0% de aventura, pues van a hoteles que les ha reservado su agencia de noticias, o la televisión, o ellos mismos, también disponen de un billete de vuelta a su país, y suelen viajar en taxi con chófer y contratando guías, o en cabina de lujo en barcos por ríos. Ninguno de ellos es un viajero, ninguno de ellos se va en solitario a la India por 6 meses, o al África Negra, por ejemplo, con una mochila a desenvolverse con la gente de a pie. Y, sin embargo, como los periodistas se ayudan entre ellos, nos cuelan que son “viajeros” y sus libros de “viajes” se venden como rosquillas, dando gato por liebre al lector.

Hay otros viajantes que se inventan desplazamientos prescindibles, pues no aportan nada, con el objetivo, según ellos, de proteger la naturaleza del planeta Tierra, o propugnar la paz en el mundo, o defender a los niños de países pobres en dinero, o llevar sonrisas a los niños, etc. Pero a ninguno se le ocurre trabajar en una fábrica, oficina, o donde sea y donar una parte de su salario a una organización que se dedique a estos fines ¡Ah, no! ellos lo que quieren es que les paguen a ellos para predicar sus objetivos, es decir, viajar gratis y encima percibiendo dinero por sus desplazamientos. De hecho, la ecología del planeta Tierra, la paz o la pobreza de los niños y sus sonrisas les traen sin cuidado, ellos sólo se preocupan de su bolsillo. Una vez que han concluido una de sus pequeñas aventuras prescindibles (y algunas hasta haciendo trampas) ya no se reincorporan a la sociedad buscando un trabajo normal, sino que viven todo el resto de su vida explotando esa aventura, cobrando por dar charlas “motivacionales” en empresas, colegios, etc., y hacen cualquier cosa para vivir del cuento y no volver nunca más a trabajar. Y hasta hay algunos que se hacen llamar “aventureros profesionales”, o “viajeros profesionales”…

Verdaderamente, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un viajante se convierta en un viajero.

2 – TURISTAS: es una categoría muy superior a la del viajante y muy respetable, pues el turista viaja con el sudor de su frente y favorece al viajero, ya que al viajar tantos se obtienen buenos precios en los aviones. Los viajantes son parásitos de los turistas.

Los turistas suelen inscribirse en un tour a través de una agencia de viajes, o bien compran a los viajantes billetes de avión y habitaciones de hoteles. Gracias a los turistas, los viajeros pueden entrar en la mayoría de los países del mundo en condición de “turista”, pues como “viajero” no está contemplado y no te permitirían el ingreso. Todos los viajeros están muy agradecidos a los turistas. El turista que observa la máxima: “se reconoce al buen viajero en que es generoso con los pobres de los países que visita”, trasciende su categoría y se aproxima a la del peregrino,

3 – COLECCIONISTAS DE PAÍSES (llamados “tickers” en inglés, aunque yo los denomino viajeros bip bip (o beep beep en inglés, por el sonido que emite el Correcaminos al correr perseguido por el Coyote). Es una variante desdichada de Turista. Algunos de ellos se obsesionan por apuntarse países, aunque solo sea pasando un día en su capital, o pisando el aeropuerto, para sumar más países “conocidos” y así presumir de ser más “viajero”. El llegar a cien países “visitados” es un logro para ellos y así apuntarse a un conocido club californiano. Abundan mucho los “tickers” de nacionalidad estadounidense.

A los “tickers”, o “bip bip”, no les importa averiguar cómo vive la gente del país que recorren, sino saber que han estado en otro país más de su lista.

4 – AMANTES DE LOS VIAJES: tienen alma de viajero y se aproximan mucho a ellos. El amante de los viajes solo compra el billete de avión a las agencias de viajes, o mejor aun y más barato, por Internet, pero no puede (por motivos laborales o familiares) dedicar más tiempo a su pasión, a pesar de que utilizan las técnicas del viajero para viajar y comparten sus objetivos. Algunos escriben libros sobre sus experiencias en los viajes, que suelen ser muy recomendables. Son gente admirable.

5 – VIAJEROS: viven para viajar!!! Nada les interesa más en este mundo que viajar, y lo sacrifican todo para penetrar en los vericuetos más insólitos del planeta, alimentándose del néctar y la ambrosía de los viajes. Viajar es ir a la búsqueda de uno mismo, es un estado de conciencia. Un viajero es la esencia de la Humanidad concentrada en una sola persona. Los viajeros aman al mundo con pasión (y el mundo los ama a ellos). Siempre parten sin billete de vuelta y no les importa no tener ni oficio ni beneficio, ni les preocupa no cobrar una pensión cuando sean sesentones, ni vagar por el mundo durante años y años sobreviviendo como buenamente puedan encontrando trabajos eventuales. Algunos viajeros escriben sus vivencias en libros para ayudar a otros viajeros, pero sin lucro comercial, y apenas les reportan beneficios, lo que no les importa, pues los escriben por amor al viaje y a los viajeros. Son libros vivos, en carne viva, de tú a tú, a diferencia de los que escriben los viajantes, que suelen ser tostones repletos de paja que sacan de las enciclopedias o de internet para llenar páginas.

6 – PEREGRINOS: son viajeros en busca de conocimiento. Es una categoría superior a la de viajero. Los peregrinos con frecuencia viajan a pie o en burro, a lo “Mulá Nasrudín”, dirigiéndose como derviches a un tekke en algún valle oculto del Pamir, como un yogi a las fuentes del Ganges, o a poblados indígenas en aldeas en medio de la jungla, como los misioneros, para socorrer a los menesterosos de los países pobres en dinero, y hasta para comprar la libertad de esclavos, que aun existen en nuestro siglo XXI. Dos ejemplos de tales viajeros admirables son el Padre Damián de Veuster (el apóstol de los leprosos) y el mallorquín fray Junípero Serra. Sus viajes son nobles y les proporcionan la atmósfera y condiciones para comprender mejor su existencia en este mundo.

7 – VIAJEROS DE LA MADRE NATURALEZA: son viajeros sagrados! Esta es la categoría más elevada de viajero. Viajan, no por ocio, sino por el más básico motivo de la Humanidad: mejorar sus condiciones de vida. De no ser por su impulso el ser humano seguiría durmiendo en cavernas o, lo más probable, se habría extinguido. Suelen viajar a pie y en pateras.